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EL PENSAMIENTO DE JOSÉ ANTONIO EN LOS 75 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE FALANGE ESPAÑOLA.

noviembre 3, 2008

 

“En medio de la mediocridad nacional, la Falange irrumpe como un fenómeno desconocido hasta ahora. No por la originalidad -con ser mucha- de su programa, sino porque es el único movimiento que no se limita a agrupar a sus partidarios por la vaga coincidencia en su programa, sino que trata de formarlos por entero, de infundirles religiosamente una moral, un estilo, una conducta. La Falange no ha seguido a las viejas agrupaciones políticas, aspirantes a remediar el mal de España con unos coloretes a flor de piel; la Falange ha calado hasta la raíz; ha empezado por el principio; no se ha conformado con tener adheridos, ficheros y cuotas; ha aspirado ha tener “hombres” y “mujeres”; seres humanos completos, entregados a la abnegación del servicio”. 

                                                  No Importa, 6 de junio de 1936. 

Lejos de pretender una España nueva, José Antonio Primo de Rivera busca la vuelta  a sus orígenes y a su esencia, consciente de que sólo la conciencia de formar parte de un proyecto común podía mantener unidos a todos los españoles, en un momento en que la unidad de la Patria se veía seriamente amenazada por los nacionalismos disgregadores. La obra de los hombres del 98 había quedado inacabada. Se limitaron a encender una llama que quedó sin testigo. Retirados del mundo se encerraron en su torre de marfil y España continuó su decadencia. Pero la semilla no se perdió y 30 años después un movimiento político se atrevió a seguir sus pasos. 

 

Tras iniciarse profesionalmente con una prometedora carrera de abogado, José Antonio entra en política en 1931, tras la proclamación de la Segunda República, con la finalidad inicial de defender la vilipendiada memoria de su padre y los aspectos positivos, en el plano administrativo, de la  anterior Dictadura. Pero el profundo sentido católico que motivaba su existencia le empujó a un continuo afán de superación en todos los aspectos de su vida, incluido el de su pensamiento político, esbozándose las bases del futuro movimiento político falangista. José Antonio, en sus iniciales viajes por la península como candidato independiente, entró en contacto directo con la miseria padecida por el pueblo español, mostrando comprensión incluso en el momento de ser apedreado por un grupo de chabolistas en la localidad gaditana de Prado del Rey. Fruto de la unión entre este profundo sentido católico de su existencia y su sensibilidad social surgirá el nuevo movimiento político, considerado más como una filosofía de vida y de lucha que como un partido político. José Antonio se desmarca de la derecha por considerarla egoísta en la defensa de sus privilegios de clase, y de la izquierda por pretender eliminar del ser humano su naturaleza espiritual para sumirlo en el materialismo más monstruoso. Falange Española surge así de la fecunda fusión entre la Tradición Católica española y la lucha revolucionaria por conseguir una Justicia Social profunda. La consecución de esta justicia social profunda, que se logrará a través de una Revolución nacional- sindicalista, es la barrera que se debe superar para conseguir que los pueblos vuelvan a la supremacía de lo espiritual, enlazando de esta manera con la Misión Histórica de España. Este aspecto teológico fundamental es el que le separa también, y de manera rotunda, del fascismo, que es calificado por el propio José Antonio como una idolatría del estado. La Falange no coloca al estado ni a la raza en el centro de su concepción del mundo, sino al hombre universal como portador de valores eternos, capaz de condenarse o de salvarse, rechazando de esta manera el racismo y el nacionalismo.

 

Las diferencias con el fascismo se presentan también en los aspectos económicos y sociales del modelo nacional- sindicalista de José Antonio. Mientras el fascismo defiende un modelo corporativista que no deja de ser un capitalismo retardatario al servicio del estado, el estado nacional- sindicalista se pone al servicio del ser humano como portador de valores eternos, en todos los aspectos de su existencia. El trabajador se convierte en copropietario de la empresa en la que trabaja, con la asistencia de bancas sindicales, e integrados en sindicatos verticales por ramas de producción. El ser humano pone así voluntariamente su plena libertad al servicio de la Patria, entendida esta como instrumento al servicio de la comunidad. Las diferencias con el fascismo son abismales incluso en el sistema de gobierno de ambos modelos; mientras en el modelo nacional- sindicalista de Falange la elección del Jefe es periódica, por parte de un Consejo Nacional, en el modelo fascista los gobiernos son unipersonales y perpetuos; ¿alguien se puede imaginar el atrevimiento de proponer la elección de nuevo caudillo, führer o duce a los dictadores Franco, Hitler o Mussolini? Pero también rechaza el sistema partitocrático liberal, engaño para el pueblo que se cree así representado, defendiendo en su lugar un modelo de gobierno de “los mejores”; la “aristocracia del espíritu” de la que hablaba José Antonio, con representación del pueblo a través de sus instituciones naturales, como son la familia, el sindicato y el municipio.

 

El 29 de octubre de 1933 José Antonio dibuja los perfiles de este nuevo movimiento en un acto fundacional en el madrileño Teatro de la Comedia, señalando el sentido católico del hombre, el concepto de Patria, su oposición al liberalismo político y económico, y al materialismo marxista, y acompañándolo de un fuerte estilo poético y combativo, de servicio y sacrificio en aras de esta gran empresa. Este nuevo movimiento fue rechazado por las izquierdas, por católico y patriota, y por las derechas , por exigir un sacrificio a las clases privilegiadas en aras de la consecución de una justicia social profunda.

 

Los contactos con las JONS de Ramiro Ledesma llevan a la fusión de ambas organizaciones, que se hizo pública en un acto en el Teatro Calderón de Valladolid en marzo de 1934. Inmediatamente comienzan los choques ideológicos con Ramiro, que observaba la revolución como el fin último, y cuyo concepto del nacional- sindicalismo no dejaba de ser una imitación del fascismo, y que acabó siendo expulsado por conspiración; no ocurrió lo mismo con la facción jonsista de Onésimo Redondo, en cuanto que este camarada, a pesar de arrastrar algunos errores doctrinales, sí tenía muy claro el fondo católico del movimiento falangista. Porque, en el pensamiento político de José Antonio, la construcción económica y social del modelo nacional- sindicalista no deja de tener un carácter instrumental respecto al objetivo principal de la Falange para España y para el mundo: que “los pueblos vuelvan a la supremacía de lo espiritual”.

 

75 años nos contemplan desde la fundación de Falange Española, y para los falangistas esta no es meramente una fecha conmemorativa o nostálgica; es una fecha de renovación del compromiso de lucha por una España mejor, porque

  la revolución sigue pendiente. Y es que la sofisticación del sistema económico- social capitalista en estos 75 años no implica en absoluto que hayan desaparecido los motivos para luchar contra él; más bien al contrario, cuando su maquinaria diabólica ha logrado esconder en la conciencia de los españoles un genocidio tan horrendo como el del aborto, que en los años treinta, si se daba, era en una magnitud insignificante y de manera clandestina. Pero parece que ahora las injusticias son más difíciles de percibir en las retinas miopes de millones de españoles. El sistema ha logrado amaestrar a la masa obrera, con la concesión de innumerables créditos bancarios que satisfacen todos los caprichos de una población cuyo único anhelo parece ser la emulación de las clases más pudientes, cuyo estatus social y económico se ha convertido en el objetivo final de su existencia. Las diferencias entre izquierdas y derechas cada vez son menores, inmersas ambas en un mismo sistema económico – social, éstas intentando mantener sus privilegios de clase, aquellas intentando arrebatárselos, pero sin intención de repartir los despojos entre los más necesitados. Ante este panorama, la alternativa falangista sigue vigente, por la intemporalidad de lo más sustancial de su ideario.

 

No han faltado a lo largo de estos años los intentos de manipulación de su pensamiento, a izquierdas y derechas, o la acomodación a posturas más fáciles por los que decían ser sus seguidores. Pero, como hemos visto, la doctrina política de José Antonio sigue conservando su claridad, su vigencia, y su intemporalidad, y desde las páginas de FE continuaremos luchando por su divulgación.

 

 

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