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UNA JUVENTUD DISTINTA.

abril 18, 2008

“Cuidado con los habituales cánticos a la juventud. Hay que saber distinguir entre los jóvenes de edad jóvenes de espíritu. 

Cuando hablamos de juventud, no nos referimos a la juventud biológicamente entendida, sino a la juventud intemporal, cuyas características han sido siembre la renuncia y el servicio. La generosidad en suma”.

(Punto 174. De Ética y estilo) 

Juventud divino tesoro, perdido. Fue la juventud una virtud a lo largo de los siglos, un estado espiritual se podría decir, una predisposición al servicio y al sacrificio por aquello en lo que se creía.  En nuestra civilización cristiana fue defensa de la cruz, nutriendo las filas de los ejércitos que guerreaban por medio mundo enarbolando las banderas de la cruz y la vieja España. Esta juventud detuvo a los turcos en Viena, evangelizó América o se lanzó al martirio en nuestra guerra civil de 1936. No siempre este empuje de esperanza y sacrificio estuvo al servio de causas justas y buenas, sin embargo no podemos poder en juicio el corazón de aquellos que creyeron luchar por algo que pensaron justo y bueno. 

La juventud antaño heroica y no pocas veces mártir, se marchita como tantas primaveras vemos pasar a lo largo de nuestra vida. Se deja morir sin acaso dejar fruto alguno y ni tan siquiera semilla que nos permita soñar con tiempos mejores. 

He aquí nuestra gran responsabilidad. No dejemos morir esta juventud, nuestro espíritu. Plantemos cara al hedonismo, al egoísmo y a la falta de valores que nos inyecta cual veneno este sistema relativista que sabe que una juventud sin valores y una juventud muerta que no presentará cara a las injusticias. Alcemos de nuevo los estandarte de la Patria, el pan y la justicia, para que sobre ellos seamos de nuevo motor de revoluciones.  

Aplastemos los valores que matan esta juventud antaño tan capaz y sacrificada, alcemos de nuevo la mirada al cielo y demos un paso al frente, entregando así nuestra juventud a valores eternos que nos den la esperanza de la luz perpetua.

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